La pérdida de audición, también llamada hipoacusia, es una alteración que puede afectar cualquier parte de la vía auditiva, desde el oído externo hasta las fibras del nervio auditivo que conduce el sonido a las zonas corticales relacionadas con el sentido de la audición.
Se clasifica de acuerdo a la severidad y al sitio de lesión, siendo de tipo Conductiva, Mixta y Neurosensorial, desarrollándose de manera temporal o permanente.
En este artículo exploramos las posibles causas de este padecimiento, así como los métodos y procedimientos para su diagnóstico, tratamiento y, sobre todo, como una adecuada intervención, impacta la calidad de vida.
¿Qué puede causar la pérdida de audición?
Las causas pueden ser variadas o consecuencias de ciertas situaciones, entre ellas factores congénitos y hereditarios, afectaciones que pueden adquirirse durante la vida como las infecciones de oído, que usualmente se presentan con mayor incidencia en niños, enfermedades crónicas, lesiones craneales y por lo general el deterioro auditivo relacionado con la edad.
El envejecimiento es la causa más común (conocida como presbiacusia), ya que a medida que crecemos y llegamos a la madurez, disminuye nuestra capacidad de percibir o detectar sonidos, en principio de frecuencia aguda y caracterizada por un progreso lento e insidioso.
Otra causa que presenta un porcentaje cada vez más alto, es la exposición constante al ruido, asociado a actividades laborales o recreativas, como por ejemplo: el trabajo con maquinaria pesada sin la utilización de protección auditiva adecuada y uso de reproductores de música con auriculares, a alta intensidad y durante tiempos muy prolongados y repetitivos.
¿Qué cifras se esperan sobre la pérdida de audición a futuro?
Según la OMS, para el año 2050 está previsto que haya casi 2500 millones de personas con algún grado de pérdida de audición y que al menos 700 millones requieran rehabilitación. Estos datos se obtienen en base a prácticas de audición poco seguras, por lo que pronostican que más de 1000 millones de jóvenes adultos corren el riesgo de sufrir una pérdida de audición evitable y permanente.
Es importante tener en cuenta que en muchos casos la falta de detección y atención oportuna del trastorno, conlleva el cambio de su estado de temporal a permanente, convirtiéndose en una discapacidad auditiva al llegar a una pérdida superior a los 35 decibeles (dB)
Sobre los tipos de pérdida de audición
Existen tres tipos de pérdida auditiva, según sus características y sitio de lesión:
- De tipo Conductiva: Este tipo de pérdida auditiva ocurre cuando se presenta una alteración en las estructuras del oído externo y el oído medio, ocasionando un impedimento al paso del sonido al oído interno. Se relaciona con enfermedades infecciosas de oído como también daños en sistema osicular y Trompa de Eustaquio.
- De tipo Mixta: Este tipo de pérdida auditiva se presenta cuando existe una combinación de daños tanto en las estructuras del oído externo y oído medio, como en las estructuras del oído interno.
- De tipo Neurosensorial: Este tipo de pérdida auditiva está relacionada con la alteración de las estructuras del oído interno como la cóclea y vías neurales que conducen el sonido al cerebro. Puede estar causado por afectaciones genéticas, exposición a ruido y envejecimiento.
Tratamiento y Síntomas
La pérdida auditiva puede manifestarse por medio de diferentes síntomas. Entre ellos, los más comunes son:
- Zumbidos o pitos en uno o ambos oídos (tinnitus).
- Necesidad de subir el volumen al escuchar música o ver la televisión.
- Dificultad para escuchar sonidos de alta frecuencia como timbres, voces femeninas o de niños.
- Pedir frecuentemente a las personas que repitan lo que dicen.
- Dificultad para entender conversaciones con varias personas y en lugares ruidosos.
Actualmente y con los avances tecnológicos, existen dispositivos empleados para
intervención de las personas con pérdida auditiva, estos mejoran la capacidad para escuchar y restaurar el órgano de la audición, facilitando el acceso a la comunicación y mejorando la calidad de vida.
- Dispositivos auditivos no implantables (Audífonos): Estos dispositivos amplifican el sonido y son seleccionados de acuerdo a diferentes características como el tipo, grado de pérdida auditiva y el estilo de vida de la persona.
- Implantes cocleares: Son dispositivos electrónicos compuestos por dos partes, un componente interno que se coloca dentro de la cóclea en el oído interno y debajo de la piel por medio de una cirugía, y un componente externo que contiene un procesador de sonido que envía las señales al componente interno. Se utilizan en casos de pérdida severa a profunda.
El éxito y el efecto positivo del uso de estas ayudas auditivas, depende en gran parte a intervenciones terapéuticas como la Rehabilitación Auditiva, la cual contempla el acceso a condiciones que promueven la comunicación natural, permitiendo habilidades para la percepción y consecuentemente la producción del lenguaje hablado.
Evitar convertir la pérdida en sordera.
Estas son algunas medidas a tomar para la proteger la audición y mejorar nuestra salud auditiva:
- No exponerse a ruidos fuertes: En caso de estar expuesto a sonidos de alta intensidad, es fundamental utilizar protección auditiva y, de ser posible, reducir la exposición al ruido de manera prolongada.
- Realizar con regularidad exámenes auditivos para su detección temprana.
- No introducir objetos punzantes que puedan afectar algunas estructuras del oído o generar tapones de cera.
- Tratar a tiempo infecciones de oído, siempre con las indicaciones de los especialistas.
- Evitar consumir exceso de medicamentos ototóxicos que generan daños auditivos.
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