Javier Gavilán Bouzas
Jefe de servicio de Otorrinolaringología del Hospital Universitario La Paz y Catedrático de ORL de la Universidad Autónoma. Madrid (España)
Perfil profesional
El Dr. Javier Gavilán Bouzas cursó su carrera de Medicina en la Universidad Autónoma de Madrid, entre los años 1973 y 1979. A continuación, realizó su Residencia en ORL en el Hospital Universitario La Paz. Posteriormente, ejerció como médico especialista en distintos hospitales de Madrid, hasta que consiguió la plaza de Profesor Titular de ORL en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid, por oposición, en el año 1989.
En 1997 fue nombrado Jefe de Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Universitario La Paz (Madrid, España), tanto del Hospital General como del Hospital Infantil. Y en 2005 fue habilitado como Catedrático de la especialidad por oposición consiguiendo tres años más tarde la plaza de Catedrático de ORL de la Universidad Autónoma de Madrid.
Dr. Gavilán, ¿Nos podría indicar qué es un implante de tronco cerebral, ABI?
ABI son las siglas en inglés de implante de tronco cerebral. Estos dispositivos persiguen la recuperación auditiva de pacientes en los que no existe conexión física entre el oído y la parte del cerebro encargada de procesar las señales sonoras que proceden del mismo, o esta conexión no es accesible por medios quirúrgicos.
Para que nos entendamos, los cambios de presión que generan los sonidos son captados por el oído y transformados en señales eléctricas en el caracol. Estas señales eléctricas son transmitidas al sistema nervioso central por el nervio auditivo, llegando a los núcleos cocleares que se sitúan en el tronco cerebral. Desde aquí ascienden hasta la corteza cerebral en la que se localiza la identificación del sonido.
Actualmente, en pacientes sordos se puede “sustituir” el oído con un implante coclear, que es un dispositivo electrónico que transforma el sonido en señales eléctricas que se suministran directamente al nervio auditivo. Sin embargo, existe un pequeño porcentaje de pacientes en los que no existe nervio auditivo, el caracol está seriamente malformado o, simplemente, no se puede colocar en su interior un implante coclear. En estos casos, la única solución que nos queda para recuperar sensaciones auditivas pasa por colocar un implante directamente en el tronco cerebral para estimular directamente los núcleos cocleares a los que normalmente llegaría la señal auditiva procedente del oído.
Y ¿quién podría ser candidato a llevar un implante de tronco cerebral?
Todos aquellos pacientes con trastornos severos de la audición en los que no es posible recurrir a un implante coclear. Como he comentado anteriormente, esto se da en aquellos raros casos en los que no existe nervio auditivo, en pacientes con malformaciones graves del oído interno en los que no existe un caracol medianamente desarrollado en el que poder introducir un electrodo de implante coclear, en los pacientes que han sufrido una meningitis como consecuencia de la cual el caracol ha sufrido un proceso de osificación que impide la inserción de un implante coclear o en pacientes con tumores bilaterales del nervio auditivo por una neurofibromatosis tipo 2.
Entonces, para que lo entendamos bien, ¿nos podría explicar las diferencias entre las cirugías de IC y de Implante de Tronco Cerebral?
Desde el punto de vista quirúrgico es muy diferente la cirugía del implante coclear y la del implante de tronco cerebral. La cirugía del implante coclear utiliza un abordaje otológico convencional. Es decir, para colocar un implante coclear el cirujano tiene que llevar a cabo una intervención que se desarrolla en una zona a la que cualquier otólogo tiene acceso de forma habitual. Una vez que se llega al oído interno, hay que abrirlo y colocar el implante en su interior. Esta parte de la operación no es propia de la cirugía otológica clásica, pero no reviste de especial dificultad en la mayoría de los casos. Es cierto que en ocasiones la inserción del electrodo dentro de la cóclea puede ser más dificultosa, pero lo normal es que no revista mayor complicación. Por último, la inserción del electrodo sigue el conducto óseo de la cóclea por lo que, en líneas generales, no existen muchas posibilidades de que el electrodo no se encuentre en el lugar adecuado al final de la intervención.
Por el contrario, el implante de tronco cerebral no utiliza una vía de acceso habitual para la mayoría de los otólogos. Para llegar al tronco cerebral se utilizan fundamentalmente dos abordajes quirúrgicos propios de la cirugía de base de cráneo: el abordaje translaberíntico y la vía retro sigmoidea. Los cirujanos que realizan de forma rutinaria cirugía de base de cráneo están acostumbrados a utilizar estas vías. El resto de los otólogos no están familiarizados con ellas.
Una vez realizado el abordaje, cuando llegamos al tronco cerebral, la colocación del implante tampoco es un procedimiento habitual en cirugía de base de cráneo. Lo primero que hay que hacer es identificar el foramen de Luschka, para lo cual existen referencias anatómicas que permiten su identificación (el plexo coroideo y el nervio glosofaríngeo fundamentalmente). Por último hay que insertar en el interior del foramen de Luschka el electrodo.
La gran diferencia con el implante coclear es que a diferencia de este en el que el electrodo se desliza por el interior de un conducto óseo de forma espiral, en el implante de tronco no existe una estructura que nos permita estar seguros de la colocación correcta del electrodo. Para cerciorarse de que el electrodo está correctamente en contacto con los núcleos auditivos es necesario recurrir a pruebas electrofisiológicas que permitan identificar señales auditivas en el paciente generadas por el estímulo del implante de tronco cerebral. Esto hace que la cirugía sea más larga y su resultado bastante más incierto. Pero con paciencia y la colaboración de electro fisiólogos entrenados se pueden conseguir resultados satisfactorios.
Y en cuanto a los resultados ¿Qué podemos esperar de un implante de tronco cerebral?
Este es el gran inconveniente del implante de tronco cerebral. Tras más de 30 años de experiencia con los implantes cocleares, sus resultados son extraordinarios. Con el implante de tronco cerebral, los resultados no son tan buenos en líneas generales.
Aquí cabría hacer una distinción en función de la edad del paciente y de la causa de la pérdida auditiva. En niños pequeños en los que no existe nervio o la cóclea está seriamente malformada, los resultados del implante de tronco cerebral son prometedores. En pacientes con grandes tumores de la zona del tronco cerebral donde están los núcleos cocleares, los resultados son menos llamativos. Esta es una apreciación global, por lo que puede haber casos de adultos con tumores y buen resultado auditivo y niños con resultados más mediocres.
Pero no debemos olvidar que todos estos pacientes son personas que no tienen ninguna otra alternativa para percibir algún tipo de sonido que no sea un implante de tronco cerebral. Así pues, en mi opinión, si existe esta opción merece la pena intentarlo.
Dr. Gavilán, ¿Nos podría comentar su experiencia profesional con respecto al implante de tronco cerebral ABI?
Personalmente, empecé a realizar de manera habitual cirugía de base de cráneo hace 34 años. Y he formado varios cirujanos en este campo que hoy en día son referentes a nivel nacional e internacional. He sido pionero en la introducción en España del abordaje retro sigmoideo. Y en cuanto tuve oportunidad de colocar implantes de tronco cerebral con posibilidades de éxito consideré que esta opción merecía la pena como última alternativa al silencio absoluto.
Los primeros casos fueron pacientes adultos con tumores bilaterales del nervio auditivo, en los que colocábamos el implante tras extirpar el tumor. Es cierto que, como he mencionado anteriormente, los resultados en estos pacientes no son espectaculares. Pero el paciente arriesga muy poco con la colocación del implante y la audición que pueda recuperar es todo lo que podemos ofrecerle en la actualidad.
Con la experiencia positiva de estos primeros casos hemos empezado a colocar implantes de tronco en niños en los que no es posible insertar un implante coclear y tengo que reconocer, que aunque es pronto para echar las campanas al vuelo, los resultados permiten ser optimistas por el momento. Como tantas otras cosas en medicina hay que ser cautos con las indicaciones y evitar crear falsas expectativas entre los pacientes y los padres de niños sordos sin otra opción para recuperar la audición.