Juan Pablo

El Dr. Juan Pablo Valadez define ADHEAR como Libertad Auditiva

de México

El Dr. Juan Pablo Valadez es mexicano, tiene treinta años y es residente de audiología y otoneurología. Actualmente tiene una microtia bilateral y ha convivido con una pérdida auditiva severa desde su nacimiento. Pese a estos retos, padecer de hipoacusia no ha sido un impedimento para cumplir sus sueños de ser médico audiólogo y conocer, no solo por su experiencia propia, sino desde la ciencia y la salud, todo lo que es esta enfermedad.

Hoy el Dr. Valadez cuenta con el apoyo auditivo de dos ADHEAR; el dispositivo no implantable de MED-EL. Gracias a esto su proceso auditivo ha mejorado considerablemente y su calidad de vida ha visto notables cambios positivos. Ahora, Juan Pablo quiere contarnos su experiencia con este dispositivo y compartir parte de su historia.

Historia del Dr. Juan Pablo Valadez

Nací con microtia bilateral e hipoacusia bilateral severa. Durante mi niñez realicé enormes esfuerzos para poder escuchar a las personas o los diferentes sonidos a mi alrededor. Además del esfuerzo, también me sometí a varias cirugías reconstructivas para mejorar la estética y la funcionalidad de mi oído.

Lastimosamente, las cirugías no tuvieron éxito y a mis doce años un maestro de mi secundaria le recomendó a mi mamá el uso de una prótesis auditiva, pues era evidente que no lograba continuar normalmente con mi vida escolar y social.

Esa niñez me la pase luchando para poder reconocer, identificar y discriminar los sonidos. Me resultaba bastante difícil comprender lo que otras personas decían. No entendía los temas en mi clase y me costaba relacionarme como un niño normal oyente.

Auxiliares Auditivos

Durante mi edad escolar, un profesor le recomendó a mi madre el uso de auxiliares auditivos, pero por mi cuadro clínico no era candidato a los “audífonos”. La especialista finalmente me recomendó el uso de una diadema ósea, dispositivo que comencé a usar desde mis 12 años.

La adaptación fue difícil. Inconscientemente ejercía presión sobre mi cabeza. A veces era molesto y hasta doloroso, pues tenía la idea que entre más presión ejerciera más iba a escuchar. Fue un desafío, porque me generó muchas inseguridades, no solo por el uso y la presión que ejercía, sino por lo estético.

Me preguntaba si valía la pena tener un aparato externo en mi cabeza, teniendo en cuenta el problema de mis orejas, pero ante la imposibilidad de escuchar opté por esta solución inicial.

A pesar de que estaba experimentando diferentes sonidos y tenía nuevas experiencias auditivas con la diadema, sentía que me faltaba algo más. Era claro que no podía escuchar al ciento por ciento con la diadema, perdiendo momentos importantes en mi vida profesional y personal. 

Dispositivo ADHEAR

Hace unos meses conocí una tecnología totalmente distinta a la diadema ósea. Supe que esta nueva opción era conocida como el dispositivo no implantable ADHEAR de MED-EL. Me parecía increíble que fuese más pequeño y que podía disimularlo detrás de la oreja. Decidí probarlo y saber cómo era mi experiencia con esta tecnología.

Las primeras semanas no fueron fáciles. Entendamos que venía de usar un dispositivo que ejercía una fuerte presión en mi cabeza. Todo lo contrario al ADHEAR que simplemente se acopla al adhesivo y hace su función de vibrador óseo.

Sin embargo, desde el primer momento que me pusieron ambos dispositivos pude sentir una diferencia fenomenal.

Podría describirlo simplemente como: lograr escuchar todo lo que pasaba a mi alrededor con más claridad y fuerza.

Auxiliares Auditivos

Durante mi edad escolar, un profesor le recomendó a mi madre el uso de auxiliares auditivos, pero por mi cuadro clínico no era candidato a los “audífonos”. La especialista finalmente me recomendó el uso de una diadema ósea, dispositivo que comencé a usar desde mis 12 años.

La adaptación fue difícil. Inconscientemente ejercía presión sobre mi cabeza. A veces era molesto y hasta doloroso, pues tenía la idea que entre más presión ejerciera más iba a escuchar. Fue un desafío, porque me generó muchas inseguridades, no solo por el uso y la presión que ejercía, sino por lo estético.

Me preguntaba si valía la pena tener un aparato externo en mi cabeza, teniendo en cuenta el problema de mis orejas, pero ante la imposibilidad de escuchar opté por esta solución inicial.

A pesar de que estaba experimentando diferentes sonidos y tenía nuevas experiencias auditivas con la diadema, sentía que me faltaba algo más. Era claro que no podía escuchar al ciento por ciento con la diadema, perdiendo momentos importantes en mi vida profesional y personal.