Pilar Mengod

de España

Pilar Mengod, a sus 78 años, acaba de recibir un implante coclear en el Hospital La Paz de Madrid, donde reside actualmente. Es española de nacimiento, pero ha vivido la mayor parte de su vida en Venezuela. 

Para esta traductora y correctora de textos, que domina varios idiomas, “las palabras OÍR y ESCUCHAR siempre significaron lo mismo” pero ahora nos cuenta que con el implante ha entendido que “OÍR es percibir los sonidos y ESCUCHAR es prestar atención a lo que se oye.”

¿Qué consejo darías a otras personas adultas en tu situación?

No se debería esperar a que la persona esté completamente sorda para implantarla. ¡Es posible implantarse pasados los 70! Personalmente, estoy muy agradecida de que a mi edad me hayan dado esta oportunidad de poder disfrutar los años que me quedan de vida compartiendo con los demás y disfrutando de los sonidos que nos rodean.

Historia de vida de Pilar

¿Cuándo supiste de tu pérdida auditiva? 

A los 12 años me operaron de las amígdalas y a partir de ahí, no sé la razón, comencé a tener otitis con otras complicaciones. Me operaron el oído izquierdo una vez y el derecho dos veces, siendo la última operación en el año 1963.

Ya en esa época tenía problemas de audición. Mi primer audífono, para el oído izquierdo, lo compré en el año 1967 en Vermont, Estados Unidos, durante una larga estadía por estudios. A pesar de hacerme chequeos y tratamientos constantes, mi oído derecho siempre supuraba. Tuve que ponerme audífono en el oído derecho también.

¿Qué supuso para ti estudiar con una pérdida auditiva?

Mi pérdida auditiva no impidió que estudiara. Por ejemplo, cuando iba a una clase me sentaba siempre en la primera fila, iba muy preparada sobre el tema que íbamos a tratar, y con las respuestas a las posibles preguntas que me podrían hacer.

Así, aparte de mis estudios normales, aprendí inglés y portugués de Brasil. Luego traducción y corrección profesional de textos. El hecho de no oír me hizo desarrollar habilidades, como por ejemplo controlar mi reloj biológico. Como no oigo los relojes despertadores o alarmas para levantarme, cuando me acuesto digo: “tengo que despertarme a las 8:00”, e independientemente de la hora a la que me haya acostado, a las 8:00 en punto me despierto.

¿Cómo te afectaba tener una pérdida auditiva en el día a día?

Soy una persona muy sociable, me encantan las personas. Me gusta mucho conocer gente, saber cómo piensa. Creo que las demás personas siempre pueden aportarte algo y uno a ellas.

Con el tiempo, por miedo a equivocarme, por inseguridad de haber entendido algo mal en una conversación, a pesar de tener opiniones muy claras sobre cualquier cosa, estar informada y tener un posicionamiento sobre cualquier tema, me abstraía … me aislaba. En reuniones familiares era muy triste ver, por ejemplo, a todos riendo a carcajadas y yo callada porque no entendía el motivo de tanta risa.

Cuéntanos tu experiencia laboral enfrentándote a una pérdida auditiva

Siempre tuve excelentes trabajos donde era muy apreciada y valorada por mi eficiencia. Lograr esto requería un esfuerzo muy grande por mi parte. Nunca oculté mi problema de audición ni me dio vergüenza mostrar mis audífonos, pero no siempre la gente es comprensiva y, en mi larga vida laboral, alguna lagrimita derramé por la falta de comprensión de algún jefe.

Tengo muchas anécdotas, algunas hasta graciosas, pero la mayoría, en su momento, me entristecieron y frustraron mucho.

Por ejemplo, en aquella época yo tenía un audífono intracanal y de pronto veo salir a mi jefe de su oficina histérico, fuera de sí, gritándome, “apague ese maldito audífono, me está volviendo loco”. Resulta que mi audífono estaba haciendo “feedback” y yo no lo oía. Entiendo que para una persona con buen oído esto debe ser insoportable, pero creo que pudo ser más amable y sensible.

Y ¿Actualmente, sigues ejerciendo tu profesión?

Todavía tengo algún cliente para hacer traducciones, así como correcciones. En el fondo, aparte de que me encantan estas dos profesiones, creo que me enfoqué en ellas porque las puedo hacer desde casa con el ordenador.

Pilar Mengod con su implante coclear  

¿Cuándo decidiste optar por un implante coclear? ¿Y por qué? 

Hace seis años mi oído derecho seguía supurando a pesar de los tratamientos constantes, así que cambié a unos audífonos digitales más potentes para ambos oídos. Cuando me hicieron la audiometría ya el oído derecho tenía una pérdida muy importante.

A principios de 2019 me chequearon en el Hospital de La Paz y diagnosticaron pérdida total del oído derecho, donde yo ya había dejado de utilizar el audífono porque no sentía ningún cambio al usarlo. En el izquierdo tengo una pérdida del 70 % y con el audífono me he desenvuelto.

En marzo me hablaron de la posibilidad de recibir un implante coclear (IC). No lo pensé ni un segundo, dije que SÍ. Yo había investigado mucho sobre los implantes, pero anteriormente me habían dicho que no era candidata, así que se pueden imaginar mi emoción, expectativas y nerviosismo (todo al mismo tiempo) ¡¡cuando me dijeron que era candidata!!

¿Cómo fue la operación y qué sentiste el día de tu activación? 

La operación fue el 16 de octubre de 2019, duró cinco horas porque tuvieron que ser muy minuciosos, pero me recuperé muy bien.

Pasado un mes, me activaron el implante. Fue una emoción indescriptible poder escuchar el ruido del aire acondicionado. Al principio fueron muchos ruidos, oía todo como hueco, con reverberación. Eso ha ido mejorando. Al salir al pasillo de la sala de espera pude escuchar como una enfermera le decía a un paciente que ya lo iban a atender… y estaba como a 10 metros de distancia. Mi hija y yo nos pusimos a llorar. He ido por un corto tiempo a terapia con la logopeda. Esto, sin duda, me ha ayudado mucho.

Durante estos meses ¿Qué te ha impactado más de los sonidos que estás recuperando?

Siguiendo los consejos de los audiólogos, comencé de inmediato a llevar un “diario” de los cambios que iba notando.

Han sido unos meses de experiencias únicas que debo mencionar.

Hace tres años mis nietos me regalaron un canario, no lo había oído cantar hasta que no me activaron el implante. Canta tanto que a veces debo cerrar la puerta porque es demasiado.
Un día iba caminando y comenzó a llover, abrí mi paraguas y fue hermoso escuchar las gotas de lluvia golpeando mi paraguas.
Sobre las urracas tengo una anécdota, tuvimos que poner una malla en la ventana de la cocina porque las urracas se metían a robar la comida de nuestro perro. Eso lo sé porque las veía, pero nunca hasta ahora había escuchado el desagradable graznido que emiten.
Antes del implante yo sabía que habían tocado el timbre o el interfono porque nuestro perrito Astro comenzaba a ladrar, ahora lo oigo, aunque esté al otro extremo del piso.
Otro ruido que me molesta todavía son mis pasos, no tenía ni idea de que al caminar mis pasos se oyeran.
La primera vez que freí patatas, me sorprendió oír el crepitar del aceite caliente al echarlas.
Hace unas semanas fui al cine y por primera vez en muchísimos años pude entender toda la película sin subtítulos. Eso fue emocionante.
Ya tolero mejor el ruido de la campana extractora y de la lavadora.
Me molestan mucho los chillidos agudos.
La música todavía no la oigo muy bien.
Sé que este es un proceso de aprendizaje al que le estoy dedicando mi completa atención.

¿Qué opinión tienes del IC y qué consejos darías a otras personas adultas en tu misma situación?

Me alegro mucho de los avances respecto a la posibilidad de implantar a una persona, aunque de un oído todavía oiga algo; o sea, no se debería esperar a que la persona esté completamente sorda para implantarla.

Estoy muy agradecida de que a mi edad me hayan dado esta oportunidad de poder disfrutar los años que me quedan de vida compartiendo con los demás y disfrutando de los sonidos que nos rodean.

P.D.: Es probable que no haya utilizado adecuadamente las palabras OÍR y ESCUCHAR. Para mí siempre significaron lo mismo… Ahora entiendo que OÍR es percibir los sonidos y ESCUCHAR es prestar atención a lo que se oye.