Liz Ericka Shimokawa Salvatierra llevó el lenguaje de señas a un ámbito impensable en el pasado, a la elección de Miss Bolivia 2018. En octubre de ese mismo año, con 19 años, fue intervenida para colocarle un implante coclear, un pequeño dispositivo electrónico que recoge los sonidos del ambiente y los transforma en energía eléctrica capaz de estimular directamente las terminaciones nerviosas auditivas, produciendo sensación auditiva al cerebro.
Liz Ericka Shimokawa Salvatierra (foto publicada en su perfil de Instagram)
Liz es sorda de nacimiento, pero esa intervención fue la antesala del trabajo de rehabilitación que realiza hoy junto a una fonoaudióloga para reconocer cómo suena una realidad que antes fue muda, aunque ella nunca lo fue pues sus cuerdas vocales están intactas.
Tras la operación, tuvo que esperar un mes para encender el dispositivo. Durante ese mes, ansiosa e impaciente, se preguntaba, “¿cómo será cuando conecten el implante?”
Cuando el dispositivo se activó en la clínica Salvador Gaviota de Santa Cruz, al comienzo no escuchaba, pero de pronto el sonido fue muy alto, y después pudo escucharlo todo a un volumen adecuado. En un vídeo compartido en las redes sociales se observa su emoción en el momento en el que escucha por primera vez y cómo pronuncia sus primeras palabras: taza y manzana.
Tras el proceso de aprender a reconocer cómo suenan las palabras y lo que la rodea, deberá hacer terapia para aprender a llamar las cosas por su nombre y a decirlas con su propia voz. Mientras tanto, su padre continúa ayudándola a comunicarse.
Pionera
Ser la primera persona con diversidad funcional auditiva en una elección de belleza puede resultar como un antecedente de inclusión o como algo anecdótico, pero Liz siempre fue pionera y nunca dejó de hacer nada a pesar de su limitación. Fue reina infantil del Carnaval de Pando y la primera niña sorda en estudiar ballet en Cobija. Lo hizo gracias a su capacidad de observación, pero sobre todo a su sensibilidad para sentir e interpretar con tiempos y movimientos las vibraciones de la música.
Para Shimokawa el lenguaje de señas no fue la herramienta de comunicación con su entorno hasta que cumplió los 18 años, edad en la que decidió aprenderlo para poder participar en el concurso de belleza. Desde pequeña desarrolló su propia forma de comunicarse con su familia, compañeras de colegio y profesores, y logró salir airosa con ese sistema a pesar de las limitaciones.
El implante coclear
Cuando se presentó la oportunidad de realizarse la operación y ante la inminencia de la intervención, el primer impulso de la joven fue informarse en profundidad sobre el tema. “Quedó bastante impresionada cuando vio una operación para poner el implante coclear y tenía miedo (…), pero después de hablar con el cirujano y la licenciada Claudia Justiniano se quedó más tranquila”, comenta su padre.
Escuchar el futuro
La terapia continúa, así como la calibración del dispositivo que lleva. De momento, no ha presentado ninguna complicación y sus avances son constantes, según transmite su familia.
Como todos los sonidos son nuevos para ella, siente que es capaz de disfrutar de cualquier sonido o música, sin discriminar ninguno. Ahora puede asociar las vibraciones del bajo con la música y le encanta.
Es consciente de la cantidad de gente que padece hipoacusia en el mundo y de que no todos pueden acceder a un implante; pero considera fundamental que las personas aprendan el lenguaje de señas para poder comunicarse con quienes no escuchan y se trabajar así en destruir esa barrera.
Sobre el futuro cuenta que siempre le gustó la arquitectura y ahora le llama mucho la atención ser azafata, pero de momento disfruta como del ambiente de los reinados de belleza porque puede relacionarse con gente muy diferente.
Para ella el mundo de los sonidos es un nuevo lugar a explorar, ha dejado de vivir en aquel en el cual reinaba el silencio.
Fuente: Página Siete