El cuidado y preservación de la salud auditiva es uno de los pilares fundamentales en todas las etapas de vida de una persona. Contribuye significativamente en la construcción de una vida social e intelectual activa y, de hecho, la pérdida de audición es uno de los factores que más influyen en el desarrollo del deterioro cognitivo en la edad adulta.
El aislamiento social y la desconexión con el mundo real se desencadenan irremediablemente cuando se experimentan reiteradas frustraciones ante intentos de comunicación e interacción. En casos de alteraciones profundas del sentido auditivo, la calidad de vida puede verse, por lo tanto, seriamente afectada si el paciente no accede a consultas profesionales y un tratamiento acorde.
¿Cómo influye la pérdida de audición en la calidad de vida de las personas?
La pérdida auditiva y el posterior deterioro cognitivo se presentan, sobre todo, en la población de adultos mayores, donde la hipoacusia es una consecuencia natural del envejecimiento y, al mismo tiempo, la resistencia a acudir a ayuda profesional y tratamientos es mayor que en otras instancias de la vida.
En un principio, los efectos pueden resultar poco molestos o “manejables” pero, como toda afección que no recibe la atención necesaria, puede acrecentarse en menos tiempo del que uno desearía. Es normal, por lo tanto, que quienes experimentan alteraciones de la audición comiencen a percibir las voces circundantes como murmullos, dado que algunos sonidos ya no son claramente perceptibles.
La persona pide que se le repita lo dicho y esto puede ser, también, causa de frustración. Hecho que, finalmente, conduce tanto a la limitación de la expresión como de la extensión y profundidad de las conversaciones entabladas.
En efecto, a medida que la pérdida de audición se profundiza, también los encuentros sociales o en espacios públicos se convierten en actividades aislantes. Debido a la inhabilidad de entender lo que la gente está diciendo y la imposibilidad de participar activamente en la conversación.
Por otro lado, la salud emocional de la persona también puede afectarse con la pérdida de situaciones de disfrute: escuchar música, los sonidos de la naturaleza, las voces de seres queridos. Casos de depresión pueden sucederse e intensificar aún más el aislamiento.
Asimismo, cuando la pérdida auditiva es leve o moderada, una persona escucha con dificultad los sonidos más suaves y puede no reconocerlos frente a aquellos más fuertes. Esto puede conducir a episodios de fatiga auditiva.
¿Cómo tratar casos de pérdida auditiva?
Desde la infancia, el cuidado de la audición debe tratarse con la misma prioridad o frecuencia que cualquier otro aspecto de la salud. Ante cualquier signo de pérdida de audición, es imprescindible acceder a una consulta profesional y controlar nuestra audición.
Un diagnóstico precoz de hipoacusia marcará significativamente la diferencia, sobre todo cuando se trata de preservar la calidad de vida de la persona afectada. Existen una variedad de tratamientos a los que se puede acceder, según el tipo y grado de pérdida de la audición que se experimente. Además, el acompañamiento y contención tanto del paciente como de su familia, cumple un rol imprescindible en este sentido.
Es por esto que, desde Volver a Escuchar, apostamos a que todas las personas puedan recuperar su capacidad auditiva, colaborando con grupos de expertos que brindan y difunden información sobre los implantes auditivos y las distintas opciones de tratamiento disponibles.
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