Los ingenieros Jim Patrick y Erwin Hochmair, participantes en el desarrollo de los primeros implantes cocleares, creen que en un futuro estos dispositivos que permiten mejorar la capacidad auditiva de personas con sordera irán avanzando hacia la personalización para cada uno de los pacientes.
Así lo afirmaron en una entrevista a EFE con motivo de su presencia en el VIII Congreso del Grupo Iberoamericano de Implantes Cocleares y Ciencias Afines, GICCA 2019. Ambos participaron en el desarrollo de los dos primeros sistemas de implantes cocleares: Nucleus (Patrick) y el implante de MED-EL (Hochmair).
Desde su creación en el siglo XX, los implantes cocleares han experimentado un gran desarrollo gracias a la evolución de la ciencia y la tecnología.
Sistema Synchrony de MED-EL
El australiano Jim Patrick señala que tanto la digitalización como la tecnología inalámbrica han permitido “una gran sofisticación” en la forma de procesar el sonido y en el acceso directo a los aparatos de comunicación, algo en lo que, a su juicio, se “va a seguir avanzando”.
En esta misma línea, el austríaco Erwin Hochmair considera que en el futuro “no necesariamente va a haber un gran cambio impactante, pero va a haber muchas mejoras”. “No todos los oídos de todas las personas son exactamente iguales, entonces va a haber una especialización, una personalización de esta tecnología para cada paciente específico”, indica.
También la estética juega un papel fundamental, ya que “la apariencia es muy importante hoy en día y tener un aparato que se ve fuera, en la cabeza, no es muy atractivo”. “Ahora la tecnología está moviéndose de tal forma que la batería se puede incluir dentro y hacerlo mucho más atractivo”, afirma Patrick.
Aunque una persona con este tipo de implantes no recupera por completo la audición, los expertos aseguran que “sí que llega a hacer una vida completamente normal y a usar la tecnología como cualquier otra persona lo haría”.
“El cerebro se adapta a este tipo de estímulos –explica Patrick-, hay muchos casos de personas que tienen sordera de un solo lado, por lo que tienen la experiencia dual de tener el implante y su oído normal, y muchas veces prefieren el implante porque el cerebro se ha acostumbrado a ese tipo de experiencia”.
En cuanto a la aceptación de este tipo de dispositivos por parte de la sociedad, Patrick considera que existen dos grupos de población: los adultos y los recién nacidos.
En su opinión, en la mayoría de los países de Occidente se hace un cribado a temprana edad y los niños que necesitan este tipo de implantes los reciben en un 95% de los casos. Sin embargo, a los adultos les lleva aproximadamente 10 años acceder a esta herramienta.
Por un lado, porque “en muchos casos los recursos económicos se ponen generalmente en los niños”, y por otro, porque “la pérdida de la audición por edad es muy gradual y el paciente se va a acostumbrando”.
“Además, tienen sus reservas y sus miedos a una operación, porque no es algo obligatorio, es una cosa voluntaria”, añade Hochmair.
Fuente: La Vanguardia