Cuando un recién nacido llega a nuestras vidas es un momento de alegría; la espera del nuevo miembro de la familia se completa con el nacimiento y los nervios quedan atrás al recibir al recién nacido. Pero, antes de seguir adelante, es importante realizar una serie de estudios para comprobar la salud integral del infante. Uno de los principales análisis es el tamizaje neonatal, que sirve para identificar problemas auditivos de manera temprana.
El propósito de un diagnóstico temprano es detectar si el bebé padece de algún tipo de sordera. Esto permite comenzar a tiempo con el tratamiento, que logre desarrollar su potencial, su lenguaje y su adaptación al entorno familiar y social. Sin esta evaluación es difícil saber si hay cambios auditivos en los primeros meses y años de la vida del infante.
¿Cuáles son las ventajas de una detección temprana?
Si bien podemos creer que durante los primeros meses de vida de un recién nacido es posible detectar un problema auditivo si este no responde a los sonidos, esto es una confusión con consecuencias irreversibles. Los infantes pueden responder al ruido girando la cabeza o sobresaltándose, pero esto no significa que realmente puedan escuchar; los bebés con sordera o hipoacusia pueden percibir algunos sonidos pero no oír lo suficiente como para entender el lenguaje, lo que les impide aprenderlo.
Los recién nacidos con sordera que cuentan con la atención temprana logran un desarrollo saludable de sus destrezas comunicacionales. Esto ayuda a mejorar su desempeño social, académico y a lograr, a largo plazo, un desarrollo socioemocional adecuado y satisfactorio.
¿Cómo se hace el tamizaje auditivo neonatal?
Como padres, seguramente quieran conocer cuáles son los procedimientos para realizar un tamizaje neonatal. En la actualidad existen dos métodos para llevar a cabo la evaluación:
Respuesta auditiva automática del tronco encefálico
A través de esta prueba se mide la respuesta al sonido tanto del nervio auditivo como del cerebro del bebé. Para llevarlo a cabo se reproducen tonos en los oídos mediante auriculares y se miden los resultados mediante tres electrodos colocados en la cabeza. Los electrodos captan la respuesta del nervio auditivo y del cerebro para permitir su análisis.
Emisiones otoacústicas
Gracias a este método se pueden medir las ondas sonoras producidas en el oído interno mediante una sonda, que se coloca dentro del canal auditivo. La sonda mide la respuesta cuando se reproducen tonos en los oídos del bebé.
Ambos métodos son indoloros, duran pocos minutos y pueden realizarse mientras el bebé está quieto o dormido; lo que contribuye a un rápido diagnóstico de manera poco invasiva.
Mi bebé no pasó la prueba del tamizaje neonatal
Recibir los resultados negativos para la prueba de tamizaje neonatal de nuestro bebé puede ser una noticia devastadora, pero esto tiene que ser evaluado a la luz de las siguientes consideraciones. En primer lugar, que el bebé no haya pasado la prueba no significa que padezca de sordera: el líquido o el unto sebáceo dentro de la oreja del bebé, por ejemplo, o el exceso de ruido en la habitación pueden afectar los resultados. Un dato importante es que la mayoría de los recién nacidos que no pasaron la evaluación auditiva desarrollaron una audición normal. Para descartar problemas auditivos, es imprescindible realizar otras pruebas.
En primer lugar es imprescindible hablar con su pediatra para programar nuevos testeos que deben hacerse lo antes posible: antes de que el bebé cumpla los tres meses de edad. Las pruebas consisten en evaluaciones y seguimientos para ver la evolución auditiva del infante.
¿Cuáles son los tratamientos si mi bebé es hipoacúsico?
Si se confirman las sospechas iniciales y se detectan cambios en la audición del bebé, se deben comenzar con los tratamientos lo antes posible. Aunque pueda resultar un diagnóstico impactante, es importante el acompañamiento y el trabajo con un cuerpo de profesionales que contribuya en cada paso para la recuperación auditiva. Gracias a un tratamiento temprano y mediante la tecnología disponible los niños con hipoacusia desarrollan sus capacidades de manera satisfactoria. Las posibilidades de mejoría aumentan si se comienza a tratar antes de los seis meses de edad, por lo que cuanto antes, mejor.
Dentro del equipo de profesionales se encuentra el pediatra familiar, el audiólogo y un otorrinolaringólogo especializado en la mecánica del oído. Ellos le dirán el tipo y grado de cambio auditivo del bebé y cuáles son los mejores pasos a seguir. En caso de necesitar implantes auditivos, será necesario trabajar en la adaptación del niño a la captación sonora y a la interpretación lenguaje, trabajo que hará en conjunto con un logopeda. Es importante informarse sobre los programas escolares especiales para que la adaptación y el aprendizaje del niño en los próximos años sean los adecuados.
Si la evaluación auditiva es positiva ¿El bebé no tendrá problemas de audición?
Que el niño haya logrados buenos resultados en la prueba de tamizaje auditivo no implica que no pueda desarrollar más adelante problemas en la audición. Existen muchos factores que pueden repercutir en la salud de los niños como las infecciones de oídos frecuentes, otras enfermedades como sarampión o meningitis, traumatismos o la exposición a niveles perjudiciales de ruidos y humo.
Hay que estar atentos a la evolución del bebé en los próximos meses para detectar posibles señales de pérdida auditiva. Es necesario consultar con su pediatra si al mes de edad no se sobresalta con sonidos fuertes o a los tres o cuatro meses no se da vuelta en dirección a los sonidos. Existen otras señales evidentes como:
- No detecta su presencia hasta que lo ve
- Es lento para empezar a hablar, cuesto entenderlo o no dice palabras sueltas hasta los doce meses de edad.
- No responde cuando se lo llama, especialmente desde otra habitación.
- Tiene dificultad para mantener la cabeza erguida o tarda en sostenerse y caminar.
¿Por qué es necesario hacer más pruebas si el bebé pasa la primera evaluación?
Que el bebé haya pasado con éxito el tamizaje auditivo es una buena señal, pero no significa que debamos confiarnos: es necesario realizar una serie de estudios periódicos ya que la pérdida auditiva es progresiva y muchas veces es difícil detectarla desde un primer momento.
Se recomienza un seguimiento en la evolución del niño a los cuatro, cinco, seis, ocho y diez años de edad. También es importante realizar evaluaciones adicionales entre los once y los catorce años de edad, los quince y diecisiete y por último, entre los dieciocho y veintiún años.
Actuar en el momento oportuno es imprescindible para que los problemas auditivos se puedan detectar a tiempo. Esto mejorará las probabilidades de que las intervenciones logren alcanzar su máximo potencial. Cualquier inquietud sobre la audición de su bebé es fundamental que consulte lo antes posible con los profesionales de la salud de su confianza.