La hipoacusia, o pérdida auditiva, afecta a millones de personas en todo el mundo, pudiendo afectar su interacción con el entorno.
Esta pérdida auditiva puede ser parte de la vida de alguien desde su nacimiento o aparecer con el tiempo. Entenderla y reconocer sus distintos grados es un paso fundamental para generar conciencia sobre su impacto en la vida de los individuos.
¿Qué es la hipoacusia?
La hipoacusia es la reducción en la capacidad de percibir los sonidos, en uno o ambos oídos. Esta reducción o dificultad puede variar en su severidad y las causas pueden ir desde factores genéticos, infecciones, envejecimiento, hasta exposición a ruidos intensos.
En los niños, puede interferir con el desarrollo del lenguaje y las habilidades de aprendizaje, mientras que en los adultos y ancianos, puede contribuir al aislamiento social, la depresión y la disminución de la calidad de vida.
¿Cómo se evalúan los grados de hipoacusia?
Evaluar el grado de hipoacusia permite determinar el nivel de pérdida auditiva de una persona y orientar las decisiones sobre el tratamiento más adecuado. Este proceso requiere la realización de una serie de pruebas auditivas realizadas por especialistas en audiología.
Existen diferentes estudios para evaluar la percepción y discriminación auditiva. La audiometría es una de ellas, para identificar el umbral mínimo de audición en cada oído. Otra prueba es el examen de conducción ósea, que ayuda a determinar si la pérdida auditiva es de origen conductivo (relacionada con el oído medio) o neurosensorial (relacionada con el oído interno o el nervio auditivo).
Mediante los resultados, se puede determinar el grado de hipoacusia y diseñar un plan de intervención, que va desde el uso de dispositivos de amplificación sonora hasta intervenciones quirúrgicas.
¿Cuáles son los grados de hipoacusia?
La clasificación de los grados permiten determinar el mejor tratamiento y adaptaciones para el paciente.
En primer lugar está el grado leve, cuando la pérdida auditiva oscila entre 20 y 40 decibeles (dB). Las personas con hipoacusia leve pueden presentar dificultades para escuchar sonidos suaves, así como para comunicarse en ambientes ruidosos. En los niños, este grado de hipoacusia puede afectar el aprendizaje del lenguaje y la atención en el aula.
Luego, está el grado moderado, en la que la pérdida de la audición es de entre 41 y 69 decibeles. Las personas que se encuentran en este grado presentan una mayor dificultad para entender el habla normal, más si la persona que habla está a cierta distancia o si hay ruido de fondo.
El siguiente grado es el severo, que abarca de 70 a 89 decibeles y dificulta la escucha de la mayoría de los sonidos, incluso a volúmenes elevados. Las personas con este grado de hipoacusia pueden ser candidatos para implantes cocleares, según la naturaleza de la pérdida auditiva.
Cuando la pérdida auditiva es mayor a 90 dB, estamos hablando de una hipoacusia profunda, donde la capacidad auditiva es mínima o inexistente. Las personas con hipoacusia severa presentan mayores dificultades para la comunicación oral, por lo que además de las tecnologías auditivas, es recomendable adoptar métodos de comunicación complementarios.
Tecnología para cada grado de hipoacusia
Dependiendo del grado de pérdida auditiva, existen diferentes dispositivos diseñados para satisfacer las necesidades de cada individuo.
Los audífonos son a menudo la primera opción. Mediante ellos se amplifican los sonidos que el usuario tiene dificultad para escuchar, sin sobre-amplificar los sonidos que ya pueden percibir claramente. En personas con hipoacusia moderada, se suelen utilizar audífonos con capacidad de amplificación más potente.
En el caso de hipoacusia moderada se consideran los implantes de conducción ósea o los implantes cocleares, dependiendo de la causa subyacente de la pérdida auditiva. Los implantes de conducción ósea son adecuados para personas con problemas en el oído externo o medio, mientras que los implantes cocleares son una opción para aquellos cuya hipoacusia se debe a disfunciones en el oído interno.
Los implantes cocleares son la solución más efectiva en casos de hipoacusia profunda. Mediante la transformación de las señales sonoras en impulsos eléctricos que estimulan directamente el nervio auditivo, permiten al usuario percibir el sonido.
Además, la rehabilitación auditiva y el entrenamiento vocal son componentes esenciales del proceso para maximizar los beneficios de estas tecnologías.
En Volver a Escuchar, entendemos profundamente las inquietudes y necesidades de quienes viven con hipoacusia y de sus familias.
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