La pérdida de audición puede manifestarse en cualquier momento de la vida de una persona. En muchas ocasiones, la ausencia de dolor o la presencia de señales poco perceptibles hacen que no acudamos de forma inmediata a una consulta profesional y, sin saberlo, permitimos que la alteración auditiva avance y se profundice.
Pérdida de audición: ¿cuáles son las causas?
La pérdida de audición, también conocida como hipoacusia, puede presentarse por múltiples causas, que en gran medida varían según la etapa de vida de la persona. Principalmente, puede tratarse de factores genéticos y hereditarios, factores adquiridos al momento del nacimiento o ciertos factores que se presentan a lo largo del tiempo, como secuelas, el consumo de ciertos medicamentos o la exposición prolongada a ruidos fuertes.
Consecuencias de no tratar adecuadamente la pérdida auditiva
De presentarse la pérdida de audición en los primeros tres a cuatro años de vida (hipoacusia infantil), no acceder a un diagnóstico y tratamiento adecuado puede tener consecuencias mucho más severas que en otras instancias de la vida.
El sistema auditivo se desarrolla mayormente en esta etapa así como, también, es mayor la neuroplasticidad del sistema nervioso. Además, este es el momento en que los niños adquieren y desarrollan el lenguaje, junto con sus capacidades cognitivas y comunicativas. En este sentido, si las alteraciones auditivas presentes no son oportunamente tratadas, tal desarrollo puede verse significativamente afectado.
También, la hipoacusia puede manifestarse en adultos mayores y afectar su calidad de vida si no es atendida por profesionales y especialistas. La pérdida de audición en la edad madura conduce a la aceleración del deterioro cognitivo y puede contribuir a un cuadro precoz de demencia. Asimismo, las personas afectadas tienden a aislarse y desconectarse de su vida cotidiana, lo que también puede despertar cuadros de depresión.
¿Qué estudios permiten detectar la pérdida de audición?
A partir de los 3 años, la audiometría es el estudio por excelencia para evaluar el funcionamiento del sistema auditivo e identificar posibles alteraciones del mismo. Con este exámen, se procede a medir la capacidad de cada oído para percibir tonos de distintas frecuencias.
Cuando el paciente tiene menos de tres años de edad, en cambio, se examina su capacidad auditiva mediante otoemisiones acústicas. Estas son las respuestas al sonido que emiten las células ciliadas externas de la cóclea y que son recogidas, por medio de una sonda portadora de un micrófono, en el conducto auditivo externo.
La gran ventaja de este método es que no es invasivo para el neonato y permite detectar tempranamente la pérdida de audición. De esta forma, es posible intervenir desde los primeros momentos de vida y prevenir afectaciones en el desarrollo.
¿Por qué es importante el diagnóstico precoz?
La detección temprana de la pérdida de audición permite contemplar a tiempo posibles soluciones, para evitar complicaciones en el desarrollo social, emocional, comunicativo y educativo de la persona.
Actualmente, las soluciones disponibles son variadas y están orientadas a tratar diferentes tipos de hipoacusia: leves, moderadas, severas y profundas. Las principales opciones son los audífonos y los implantes auditivos.
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Nota recomendada: ¿Qué ocurre con la capacidad auditiva con el paso del tiempo?