La pérdida de audición es una condición que afecta a millones de personas en todo el mundo, y sus causas son diversas.
Con los cuidados necesarios, se puede prevenir, mientras que otras están relacionadas con el envejecimiento o factores genéticos.
¿Cuáles son los motivos por los que se pierde la audición?
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El envejecimiento: una causa natural de pérdida auditiva
A medida que envejecemos, nuestro cuerpo tiene cambios naturales que afectan diferentes sistemas, incluido el auditivo. Esta condición, conocida como presbiacusia, es una de las causas más comunes de pérdida auditiva en adultos mayores.
Generalmente, comienza alrededor de los 60 años y afecta tanto la capacidad para escuchar sonidos agudos como para entender el habla en entornos ruidosos.
La presbiacusia es progresiva, lo que significa que puede avanzar con el tiempo, afectando la calidad de vida de quienes la padecen.
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Exposición al ruido: un peligro evitable
La exposición a ruidos fuertes es otra de las principales causas por las que se pierde la audición.
Sonidos como los de conciertos, máquinas industriales, o incluso el uso prolongado de auriculares con volúmenes altos, pueden dañar las células sensoriales del oído interno, responsables de procesar el sonido.
La pérdida auditiva por ruido puede ser temporal, pero si la exposición es continua o muy intensa, el daño puede ser permanente.
Es clave proteger los oídos en ambientes ruidosos mediante el uso de tapones, auriculares de protección y tomando descansos regulares. Además, es recomendable mantener los niveles de volumen de dispositivos personales por debajo del 60% de su capacidad máxima.
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Infecciones y enfermedades crónicas
Varias infecciones y enfermedades también pueden causar la pérdida de audición. Las infecciones del oído medio, como la otitis media, son especialmente comunes en niños, pero también pueden afectar a los adultos si no se tratan adecuadamente.
Infecciones más graves, como la meningitis, pueden dañar el oído interno y causar pérdida auditiva permanente.
Enfermedades crónicas como la diabetes y la hipertensión también han sido asociadas con problemas de audición. Estas condiciones afectan el flujo sanguíneo al oído interno, lo que puede dañar las células responsables de la audición.
Es vital mantener estas enfermedades bajo control para minimizar sus efectos en la audición.
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Factores genéticos
Algunas personas nacen con predisposición genética a perder la audición. Los factores hereditarios pueden causar problemas auditivos desde el nacimiento o predisponer a la persona a perder la audición en algún momento de su vida.
Las mutaciones genéticas pueden afectar el desarrollo y funcionamiento del oído interno, lo que resulta en sordera congénita o pérdida auditiva progresiva.
Los avances en la genética permiten identificar ciertos riesgos, pero en muchos casos no existe una cura para las causas genéticas de la pérdida auditiva.
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Medicamentos ototóxicos
Ciertos medicamentos pueden tener efectos tóxicos en el oído interno, resultando en la pérdida de la audición.
Estos medicamentos, conocidos como ototóxicos, incluyen algunos antibióticos, medicamentos quimioterapéuticos y diuréticos.
Si estás bajo tratamiento con alguno de estos fármacos y notas zumbidos en los oídos o una pérdida súbita de la audición, es fundamental que consultes a tu médico para ajustar el tratamiento.
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Traumatismos en la cabeza o el oído
Los golpes fuertes en la cabeza o lesiones directas en el oído pueden dañar las estructuras auditivas.
El oído interno es especialmente vulnerable a las fracturas craneales y otros traumas, lo que puede causar una pérdida de audición temporal o permanente.
En estos casos, la atención médica inmediata es crucial para minimizar el daño.
¿Qué hacer si notas pérdida de audición?
Si crees que estás perdiendo la audición, es importante actuar de inmediato.
La evaluación por parte de un especialista en audición puede identificar la causa exacta de tu pérdida auditiva y recomendar tratamientos o soluciones, como audífonos o implantes auditivos.
En muchos casos, la intervención temprana puede prevenir un mayor deterioro o ayudar a recuperar la audición parcial mediante dispositivos o terapias.
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