El viaje ha sido largo y lleno de experiencias diferentes, pasé toda mi infancia en hospitales por varias operaciones de reconstrucción estética de mi oído, que al final no funcionaron. A los 12 años me invadió la incertidumbre cuando me recomendaron llevar un audífono, me preguntaba si realmente lo necesitaba, ya que había pasado los primeros 12 años de mi vida sin utilizar ningún aparato.
Mentalmente no lo creía necesario, pero semanas más tarde acepté llevar un audífono, que por aquel entonces era una diadema ósea. Empecé a descubrir un mundo totalmente distinto, con nuevos sonidos, formas de interactuar con los demás y, sobre todo, una vida más fácil.
Después de 20 años, al darme cuenta de las molestias que me causaba la diadema ósea, los dolores de cabeza y que fuera tan visible, pude encontrar una tecnología revolucionaria para ambos oídos: ADHEAR, y descubrí el mundo de la bidireccionalidad.
Empecé a oír sonidos de baja intensidad que no podía reconocer, identificar o discriminar, podía hablar y oír los susurros sin problema, y pude participar en reuniones sin miedo a sentirme excluido por no entender bien.
Actualmente, estoy muy entusiasmado, ya que me realizaron la cirugía del implante de conducción ósea BONEBRIDGE, estoy lleno de expectativas, ya que podré tener una audición casi normal, escuchando por fin aquellos sonidos que necesito descubrir, pero que deseo, como caminar bajo la lluvia y escuchar el sonido de las gotas al caer.